El futuro de la arquitectura

Si “lo nuevo” es la solución, estamos planteando la pregunta equivocada

En los próximos años, el mundo construirá más de 232 mil millones de metros cuadrados de nuevos espacios, el equivalente a toda la ciudad de Nueva York cada mes.  ¿Son buenas noticias para los arquitectos? Estamos en el negocio de la creación y la transformación. Y aun así, somos conscientes de la emergencia climática y de lo reñido que puede estar el sector con los objetivos sostenibles. Por lo tanto, y de acuerdo con el movimiento Architects Declare, comprometido con un futuro «net zero» (cero carbono neto), los arquitectos deben impulsar el cambio. Mirando más allá de esta década, el objetivo de cero carbono neto de 2050 abre las puertas a un mundo en el que lo “nuevo” no existe.

En este contexto, Grimshaw se ha comprometido a que todo el trabajo de diseño sea cero carbono neto antes del final de la década. Este enfoque reducirá las emisiones, adoptando una estrategia de vida útil de carbono con la utilización de energías renovables y reduciendo el carbono incorporado en los materiales.  El carbono restante de la construcción, los materiales o el funcionamiento se compensa.

Ya disponemos de la tecnología para lograr que cada nuevo edificio sea cero carbono neto y vemos cómo el sector gira en torno a estos nuevos estándares: el ILFI (International Living Future Institute) proporciona la certificación Net Zero en EE.UU. y Canadá y los proyectos LEED pueden obtener la certificación probando el cero carbono neto en las emisiones de carbono, el uso de energía, el uso del agua o los residuos.

Asumiendo que se produzca una completa transición a la energía renovable y los edificios Passivhaus o cero carbono neto se conviertan en algo habitual en la próxima década —lo cual solo ocurrirá si se obtiene el patrocinio de los gobiernos o de los clientes— el desafío que plantea la emergencia climática y al que nos enfrentaremos será lograr construir edificios con unas materias primas muy limitadas. Como consecuencia de esto, en esta década no solo tendremos que conseguir una arquitectura de cero carbono neto, también será necesario aprender a gestionar de mejor manera los recursos limitados del planeta. El tratamiento actual de los desechos en el sistema de cero carbono neto no es sostenible. Al acercarnos a 2050 veremos un cambio de enfoque, reduciendo la cantidad de nuevas materias primas que acceden al mercado.

Para alcanzar una verdadera posición de cero carbono neto, sin centrarnos únicamente en la eficiencia energética, debemos desarrollar proyectos que permitan que los materiales continúen circulando con un valor máximo en el sector de la construcción, una vez desensamblados. Este enfoque requerirá un replanteamiento fundamental de las especificaciones de los materiales, con el desarrollo de bibliotecas de materiales en todas las ciudades para realizar un seguimiento de la deconstrucción y registrar la certificación de los materiales reciclados y los plazos de disponibilidad.

¿Suena futurista? Esos sistemas ya existen: por ejemplo, Superuse Studios en los Países Bajos ha desarrollado Harvest Map, una plataforma digital de código abierto que realiza un seguimiento de los materiales excedentes (como los materiales industriales sobrantes y los recursos de deconstrucción) para su adquisición, que ya ha sido exportada a Italia y a los EE.UU. Los gobiernos locales holandeses están considerando una tecnología similar, para lograr que las regiones inmersas en un periodo de menor actividad actúen como «bancos de materiales» para aquellas áreas en crecimiento.

Estas técnicas novedosas ya están siendo testadas a través de proyectos piloto como el proyecto Bleijerheide (Kerkrade-Oost) Parkstad (o SUPERLOCAL) en los Países Bajos, en el cual cada componente de la demolición de viviendas sociales de los años 60 es identificado y reutilizado en nuevos edificios, incluyendo el hormigón recuperado como principal componente estructural. El proyecto ya no es el primer paso en la construcción, sí lo es la deconstrucción.

.

Interior de la fábrica Herman Miller Factory antes de la reforma. Imagen © Grimshaw

En el Reino Unido, el concepto de cero carbono neto también está introduciéndose en la mentalidad arquitectónica. La publicación Architects’ Journal lanzó su campaña RetroFirst en 2019, abogando por la reutilización y conminando a que los proyectos financiados con fondos públicos den prioridad a la reforma sobre la nueva construcción. Esto no es ninguna novedad. La reforma de Tour Bois-le-Prêtre en París en 2013, llevada a cabo por Lacaton & Vassal es la prueba de la viabilidad de estos proyectos que afrontan la emergencia climática y muestra cómo la arquitectura extraordinaria puede servir para reformar incluso las promociones de viviendas más ruinosas.

Es necesario resaltar que el modernismo fue el mayor causante de la crisis de recursos al sustituir la construcción tradicional por sistemas unidireccionales. Hoy, una unidad de doble cristal no puede ser deconstruida (si bien Arup está estudiando formas de hacerlo). Únicamente la innovación en todo nuestro sector podrá facilitar la «deconstructividad» de los edificios de alta tecnología del siglo XX. Los arquitectos tienen experiencia en desarrollar e invertir en técnicas de construcción innovadoras y hoy en día estamos presenciando un resurgimiento a través del apasionante compromiso con el cero carbono neto, a una escala nunca antes vista desde el movimiento modernista del siglo pasado. En Grimshaw ya hemos comenzado a estudiar estas cuestiones, siendo nuestro ejemplo más reciente la transformación de la fábrica Herman Miller de los años 70 en una escuela de arte.

.

Interior de la fábrica Herman Miller tras la transformación en una escuela de arte. Imagen © Crescent Photography

Los arquitectos deben aprender a diseñar entendiendo que los clientes y los edificios son custodios de los materiales. Los arquitectos pueden impulsar este cambio reconsiderando el diseño y aplicación de componentes y reevaluando la estética. Esto no solo requiere de la introducción del diseño del desmontaje en todas las áreas de un edificio, también es necesario que los proyectistas comiencen a desarrollar soluciones para un futuro en el que las materias primas serán escasas y la optimización de los recursos sea la norma. La escala de este cambio esencial tiene precedentes. En el siglo pasado los arquitectos modernistas utilizaron las nuevas tecnologías para alcanzar un objetivo estético con el desarrollo del innovador sistema del muro cortina. Este sistema, omnipresente en la actualidad, es el resultado de un desarrollo llevado a cabo íntegramente por arquitectos.

Desgraciadamente, es más rentable derribar un edificio que reutilizarlo. Las actuales certificaciones cero carbono neto son conscientes de esto y promueven la certificación para una opción mejorada de nueva construcción. Sin embargo, este solo es el primer paso en un movimiento dirigido al auténtico cero carbono neto y a un consumo reducido de los recursos globales. En la próxima década, esperamos ver a los arquitectos trabajar juntos para realizar importantes y valientes ajustes en la profesión, conminando a nuestros gobiernos a reformar una legislación perjudicial, para llevar a nuestro sector al auténtico cero carbono neto.

Imagen principal: Fábrica Herman Miller, estructura de acero existente, conservada y reutilizada. Imagen © Grimshaw